" Una civilización literaria no se construye a base de lecturas, sino de relecturas; quizá hasta una civilización a secas.[...]Releer es esa alianza discorde, reencontrar, reconocer y descubrir a la vez; encontrar lo que la lectura anterior o incluso alguna otra lectura no nos había revelado. El libro releído nos ofrece algo que ninguna lectura, por precisa que sea, podía darnos"./Giorgio Manganelli, 1990

lunes, 29 de septiembre de 2008

SOBRE PAUL NEWMAN, DE PARTE DE JOHN HUSTON


Podría considerársele el hombre más guapo del mundo. Praxíteles le hubiera esculpido con  gusto; podría ser el rostro del más bello emperador romano o del David de Miguel Ángel.Este hijo de judío parecía la encarnación de la delirante perfección aria buscada por los  nazis. 

Además era  buen actor. Y ha envejecido con  dignidad. Algunos han celebrado su muerte viendo una película.Tal vez Cortina Rasgada, del maestro  HICHCOCK, de 1966, cuando Newman tenía...cuarenta y un años. Aunque no sea El Buscavidas sorprende ver qué buen actor, qué convincente, en esa película en que Hichcock trata con el correspondiente suspense, la falta de libertad de los antiguos países comunistas, cuando muchos estaban en otra cosa.


Ante su muerte, los elogios han sido unánimes. Pero como pueden sonar a elogios post mortem, es interesante saber cómo le veía alguien cuando ambos vivían y que le conoció porque trabajó con él y porque, además, se debieron tomar juntos algunas copas, el director John Huston.

En sus MEMORIAS publicadas en 1980 JOHN HUSTON hay varias referencias  al actor, todas elogiosas, pero tres especialmente  expresivas sobre  la personalidad arrolladora de Paul Newman, las de las páginas 447, 448 y 484.Dice  HUSTON:


"Paul Newman ayudó en todo el trabajo, por supuesto. Él es uno de los actores más dotados que he conocido nunca, y considera que su interpretación del juez es uno de sus mejores trabajos [está hablando de El juez en la horca]. Newman será siempre "el muchacho de oro". Sus opiniones políticas y artísticas son correctas invariablemente (coinciden con las mías), y su perspicacia es realmente extraordinaria.Actuando por intuición, toma decisiones instantáneas que después resultan completamente lógicas. Como actor, es capaz de realizar esas rápidas transformaciones de personalidad que suponen un cambio de máscara. Entre los dioses él seguramente ocuparía el lugar de Hermes, el de los tobillos alados, siempre en movimiento, agraciado, elegante, con una armonía innata. Podría haber sido campeón de boxeo, patinador o gimnasta. Durante el rodaje de El juez en la horca, me confesó que le hubiera gustado más ser piloto de carreras de coche que actor, lo cual consideré como uno de esos sueños vanos que todos tenemos. Pero desde entonces él ha sido por dos veces campeón de carreras de coches para aficionados en América, y no hace mucho se colocó en segundo lugar en Le Mans."


- Cuando preparaba El hombre que pudo reinar y envió el guión a Newman ofreciéndole el papel:

"Envié el nuevo guión a Paul, quien me llamó inmediatamente y me dijo que era una de las mejores cosas que había leído, pero que había cambiado de idea acerca del reparto para los papeles principales, los cuales hasta este momento iban a ser interpretados por él mismo y Robert Redford. Dijo que deberían ser interpretados por dos ingleses. Paul hablando no como actor sino como alguien interesado en el perfeccionamiento de la casta, sugirió el reparto: 
-¡Por el amor de Dios, John, consigue a Conery y a Caine!"


- Y casi al final del libro:

"Decirle a alguien lo que tiene que hacer y hacerlo tú mismo son dos cosas completamente diferentes. Los actores, salvo algunas excepciones no son buenos realizadores; las excepciones son Charlie Chaplin, Orson Welles y, más recientemente, Paul Newman. Por la misma razón, los realizadores que han actuado en películas tampoco lo han hecho demasiado bien; las excepciones son Paul Newman, Orson Welles y Charlie Chaplin."

Hay más y siempre corroboran su especial calidad humana. Quedará en sus películas. El Buscavidas, y otras, se verán una y otra vez... posiblemente siempre, como sucede con los clásicos.



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