" Una civilización literaria no se construye a base de lecturas, sino de relecturas; quizá hasta una civilización a secas.[...]Releer es esa alianza discorde, reencontrar, reconocer y descubrir a la vez; encontrar lo que la lectura anterior o incluso alguna otra lectura no nos había revelado. El libro releído nos ofrece algo que ninguna lectura, por precisa que sea, podía darnos"./Giorgio Manganelli, 1990

domingo, 15 de noviembre de 2009

La Batalla de San Romano: Paolo UCCELLO y Eugenio MONTEJO

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Según Italo Svevo en poesía a veces una palabra equivale a páginas enteras.



Paolo Uccello, Mazzochio, tinta sobre papel 9 x 27 cm.Este sombrero-tocado, de moda durante el siglo XV en Florecia, fue, a menudo,  modelo para hacer ejercicios de perspectiva, como  en el dibujo de Uccello.



Eugenio Montejo en el poema Uccello, hoy 6 de agosto no dice qué año, pero la bomba atómica ya había sido arrojada, el 5 de agosto de 1945. En los versos enlaza palabras, intercambiables , que también valen páginas: Hirosima, Apocalipsis... y con ellas proyecta al lector, muy lejos en el tiempo y en el espacio de la historia, de las creencias y de la cultura.
/En el cuadro de Uccello hay un caballo/que estuvo en Hirosima/ ,hasta ese no-lugar sin tiempo en que habita el mito:
/y hoy aguarda en la cuadra/ con los jinetes del Apocalipsis/ ;

Montejo parte de la pintura de Uccello,de una guerra  "artesanal" /un mapa de la guerra arcaico, con armas inocentes / -donde no obstante existió el dolor y la muerte para muchos-, y pasa a la muerte y al dolor  incandescente, del holocausto nuclear, y del otro Holocausto y de los  holocaustos tan frecuentes del siglo XX y de todos los que han sido desde la lejana Batalla de San Romano, de la que espera, aún, un caballo .../es un caballo torvo,.../siempre listo en su silla,/aguarda en el fondo de la cuadra/...




UCCELLO, HOY 6 DE AGOSTO



En el cuadro de Uccello hay un caballo
que estuvo en Hiroshima.
Nadie lo ve cuando se ausenta,
cuando sus ojos beben sombra
sobre los cascos que se pulverizan.

Uccello dejó un mapa de la guerra
arcaico, con armas inocentes.
No dibujaba aviones ni torpedos,
desconocía los submarinos,
su muerte iba del gris al rojo, al verde.

Sólo el caballo en este 6 de agosto
está herrado con viejas cicatrices,
sólo sus patas llevan en la noche
a la desolación del exterminio.

Es un caballo torvo, atado a un árbol,
siempre listo en su silla,
Uccello lo cubrió con capas de pintura,
lo borró de su siglo,
y hoy aguarda en el fondo de la cuadra
con los jinetes del Apocalipsis




Los versos no dicen si ese 6 de agosto sucede en París, en Londres o en Florencia, los tres lugares donde se encuentran las versiones que Paolo Uccello hizo de la Batalla de San Romano y que en su origen estaban unidas en un tríptico.


El norte de Italia en el siglo XV era uno de los focos económicos más dinámicos de Europa; tejidos, banca, comercio,artesanía, habían transformado la sociedad y una incipiente y activa burguesía potenciaba al  empresa del naciente capitalismo.

La nobleza terrateniente decaía frente a la burguesía de los negocios, verdadera oligarquía urbana, a la que la constitución florentina de 1293 entregó de hecho el poder de la ciudad: "el gobierno del pueblo" ,era la fórmula ideológica que encubría esta ficción.Los nuevos señores emparentaban con la antigua nobleza empobrecida y buscaban el ennoblecimiento personal a través del talento en las actividades económicas y el mecenazgo en las artes.


El mosaico de las pequeñas ciudades-estados italianos, las Signorias, mantenían frecuentes escaramuzas buscando ventajas económicas (puertos propios, otros mercados...) o fama y prestigio también buenos para el poder y la economía.Los nuevos príncipes, los Medici, los Montefeltro, los Gonzaga...y otros tan y menos importantes solventaban sus apetencias con tropas mercenarias dirigidas por condotieros.


Una de estas confrontaciones bélicas, seguro que no exenta de tragedia y dolor, fue la librada entre florentinos y sieneses en San Romano en 1432 cerca de Lucca; ganaron los florentinos dirigidos por Nicola Tolentino y las pinturas le fueron encargadas a Uccello para celebrarlo por Lionardo Bartolini, que había ayudado a desatar las hostilidades y debía desear quedara constancia del triunfo.

En 1492 cuando murió Lorenzo de Medici las tablas todavía estaban unidas y eran parte de sus pertenencias; dicen que se las había confiscado a su antiguo propietario y verdadero comitente.
Paolo Uccello, La Batalla de San Romano.h1450, temple/madera, 182 x 220. Uffizi (*ampliar)


La importancia de la caballería que se ve en las pinturas resulta anacrónica en una época en que pronto se acabará imponiendo la infantería y junto a la ornamentación de atuendos, arreos, ropajes y estandartes, parecen reflejar más una batalla medieval, que una guerra del Renacimiento más próximo a la Edad Moderna.


 El asombroso Uccello acentúa el anacronismo con su estilo fronterizo e inestable; porque su formación pictórica era gótica, lo que suponía un concepto de la composición, del espacio, de las figuras, un gusto por lo ornamental, los oros, los colores brillantes, el arabesco, la acumulación...; y ya tenía más de treinta años cuando se convirtió ardorosamente a la "ideología" renacentista de la perspectiva matemática y a la racionalidad compositiva que implicaba.

Aplicó la nueva teoría de la perspectiva del espacio y de los cuerpos tridimensionales superponiéndola a su estilo anterior y el resultado fue una mezcla poco armónica pero poderosa, capaz de producir efectos inquietantes y fantásticos que traspasan al contemplador de las tablas de La battalla de San Romano.
Paolo Uccello, La Batalla de San Romano, h1450,temple /madera, 182 x 320. N.Gallery,Londres.(*ampliar) la hipnótica, fascinante versión de Londres...



Paolo Uccello sentía el fe, el fanatismo de los conversos y Vasari en Las vidas,  sigue preocupándose por él: le sermonea por dedicarse tan intensamente a  investigaciones de la perspectiva, abandonando trabajos  necesarios y lucrativos, que le evitasen morir viejo en la pobreza -como Vasari, ya sabía,  sucedió-.

O le reprocha utilizar colores extraños ajenos a la naturaleza [Vasari no podía sospechar que Uccello a veces era un fauvista antes de tiempo, igualmente que su tridimensionalidad cristalina de los objetos le hacía uno de los precursores lejanos del cubismo y compone algunas escenas (San Jorge y el dragón)), que tuvieron que encantar a los surrealistas]- pero alaba su arte y sus valientes escorzos, y muestra interés por su extraño carácter que achaca a la genialidad y se muestra conmovido por su gran talento. Giorgio Vasari, florentino, humanista, excelente historiador del arte, pasable arquitecto (edificio de los Uffizi) y mediocre pintor,(interior de la cúpula de Santa María de las Flores) admiraba sin duda a Uccello.
Paolo Uccello, La Batalla de San Romano. h1450 temple/madera, 180 x 316. Museo del Louvre.París (*ampliar)


Las pinturas de Uccello aumentan su fascinación por la lucha que se establece en ellas entre superficie y espacio porque  concebía al espacio como un vacío homogéneo al que se aplicaba la invención de Brunelleschi y Alberti hasta "convertir" el plano en una "ventana" donde escalonar  los objetos cuidando las proporciones y las líneas de fuga.

Hay mucho de primitivo en Uccello que le aporta una energía especial, una fuerza que contrasta con la tendencia a  lo sublime del, una década más joven, prodigioso Piero della Francesca.


Batalla de San Romano. Uffizi (detalle), /Uccello lo cubrió con capas de pintura/lo borró de su siglo/,colores y luces arbitrarios, esferas y cilindros bajo las formas antinaturalistas pero intensamente figurativas de Uccello (*ampliar)



Vasari termina la biografía de Uccello con la conocida historia de cómo por la perspectiva pasaba las horas en vela y decía a su mujer que le llamaba a dormir "Oh, qué agradable asunto la perspectiva"!


VASARI, Giorgio.: LAS VIDAS. Grandes Temas,CÁTEDRA


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